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EDUCAR EN LA "NO VIOLENCIA": AHIMSA

  • Foto del escritor: carrillopinillamar
    carrillopinillamar
  • 5 jul 2023
  • 3 Min. de lectura

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No sé cuántos tipos de violencia existen, no podría precisarlo con exactitud: violencia física, violencia psíquica o psicológica, violencia emocional; violencia por acción y también por omisión; violencia machista; violencia, igualmente, la ejercida por algunas mujeres contra los hombres; violencia racista; violencia LGTBI, violencia juvenil, violencia xenófoba, violencia sexual… Demasiada violencia, señores…, y da igual cómo se la apellide, porque toda ella es violencia, una violencia inaceptable, una violencia inasumible, una violencia contra la que hay que actuar con celeridad y contundencia.


Tampoco sabría precisar con exactitud cuáles son las causas exactas que desencadenan los estallidos de violencia en cada uno de los tipos en que ésta puede manifestarse… supongo, que una compleja e intrincada maraña de ellas, difícil de desentrañar; pero lo que sí sé, como digo, es que hay demasiada violencia impune en nuestra sociedad, en una sociedad alarmantemente laxa y permisiva a la hora de combatir esta violencia, una violencia que es una lacra social, una lacra que deja ya tras de sí un vergonzoso reguero de víctimas: víctimas de acoso escolar, víctimas de ataques racistas, víctimas de hombres que golpean hasta la muerte, víctimas del odio más execrable…


Niños que atacan en grupo a otros niños y lo graban en sus móviles, y lo difunden entre sus compañeros como si se tratara de un apasionante espectáculo…; niños y jóvenes que se quitan la vida mientras la sociedad mira hacia otro lado…


Mujeres violadas en grupo, por manadas ebrias y salvajes (cada vez más), mientras la sociedad, cómoda y adormecida, bosteza en un sillón frente al televisor.


Personas atacadas, humilladas y perseguidas con saña por vivir su afectividad en coherencia con sus sentimientos y su identidad sexual.


Y detrás de cada uno de los tipos de violencia… una misma causa, la principal, la primigenia, dentro de esa maraña de causas: LA FALTA DE DISCERNIMIENTO PRECLARO ENTRE LO QUE ESTÁ BIEN Y LO QUE ESTÁ MAL; ENTRE LO QUE ES ACEPTABLE Y LO QUE NO LO ES, NI NUNCA PODRÁ SERLO.


La violencia gratuita no es aceptable; el odio gratuito “al diferente” no es aceptable; la pasividad de nuestra sociedad no es aceptable.


Hay que aprender a canalizar la frustración y la rabia (la personal y la colectiva) de maneras saludables y pacíficas. Hay que enseñar a respetar a todas las personas por el hecho de ser personas… Hay que educar en el respeto y la tolerancia hacia todos los individuos, más allá de las diferentes condiciones entre unos y otros; educar en el respeto a la diversidad (de pensares, sentires, accionares…), en el respeto hacia todas las formas de vida, hacia todas las formas en que esta vida nuestra se manifiesta. Hay que educar en la NO VIOLENCIA: AHIMSA.


“Ahimsa” es un término sánscrito que, literalmente, podría traducirse como “No violencia”, aunque en realidad, se trata de un concepto global, de un vocablo que bebe de las fuentes de la sabiduría oriental y que encierra toda una filosofía de vida: tratar de no hacer daño, ni físico, ni psicológico o emocional a ningún ser vivo, a ninguna de las formas en las que la vida se manifiesta (incluidos, por lo tanto, los animales, y toda la naturaleza en su exuberante plenitud, y por supuesto, los seres humanos… y, por si alguien pudiera pensar lo contrario, los objetos inanimados, también); tratar de no hacer daño con nuestras palabras, ni con nuestras acciones, ni con nuestras omisiones…


No dañar ni de obra, ni de palabra, ni siquiera de pensamiento, fíjense. Mantener una atención constante, un entrenamiento diario en cada situación y en cada momento que nos posibilite reconocer y neutralizar, en nosotros mismos (antes que en los demás), cualquier atisbo de deseo dañino o violento, en el momento justo en el que aparezca; aprender a detectar en nosotros cualquier remusgo o ramalazo de odio, ira, rabia, frustración, aprender a canalizar estos sentimientos, neutralizándolos adecuadamente antes de que se manifiesten en el mundo físico.


Desde las distintas religiones y desde las distintas disciplinas terapéuticas que tratan de sanar el cuerpo, la mente y el alma de los seres humanos, se nos habla del perdón, de sus bondades, de la necesidad de perdonar… ¿Y por qué no enseñamos “a no dañar”?


Tal vez, no habría tanto que perdonar, olvidar o “soltar”, si aprendiéramos y tratáramos de no dañar, de no infligir daño, si todos nos esforzáramos en la práctica integral y constante del “Ahimsa”, si educáramos en el respeto más escrupuloso a la vida en toda su diversidad.





 
 
 

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